6.14





Cuando salgo a caminar casi nunca, más bien, nunca llevo la cámara de fotos conmigo, y creo que debería cambiar de hábitos pues si estas flores silvestres en un bote vacío de miel son casi perfectas, el muro en el que crecían no lo es menos.

Un pequeño sendero, cerca de la ciudad, pero lo suficientemente lejos para sentir que estás más cerca de la naturaleza que del asfalto. A un lado un antiguo muro de piedras, medio destruido por el paso del tiempo y el descuido de quienes tienen sus horas y esfuerzo dedicados a otras cosas. Y abriéndose paso entre las descolocadas piedras, enterrando sus raíces en pequeñas porciones de tierra, crecen flores silvestres amarillas, blancas, violetas... Pensé que al arrancarlas apenas durarían unas horas, pero ya llevan un par de días y siguen igual de frescas y llenas de color.

La guía la escogí porque me gustaba el color que tomaba en las fotos al lado de las flores y porque además, Lisboa siempre está bien. No aparece en esta guía pero éste me parece un lugar estupendo para comer, diferente y a la vez con un menú basado en la gastronomía tradicional portuguesa.

La barra de incienso se va quemando lentamente, ahora una nueva, ahora, me refiero a mientras escribo este texto y la de la foto, mientras buscaba el encuadre y la luz adecuadas. Tiene un aroma que combina sándalo y bergamota y no lo había pensado pero creo que un perfume con esta base de fragancias estaría muy bien.

¿Ahí también llueve otra vez?
♥♥♥