Reflexión

    Recientemente he declinado una invitación para participar en un evento de collage con una de mis obras. Realmente no estoy segura de haber hecho lo acertado y llevo días dándole vueltas.

    El motivo ha sido que la obra, que yo misma presenté en su momento, no me satisfacía lo suficiente como para ser representativa de mi trabajo.

    De ahí saco la primera conclusión, y es que la próxima vez que entregue un collage a una llamada de artista debo asegurarme de que la obra en cuestión cumple todos los requisitos, empezando por los míos propios, sin dejarme llevar por un plazo que se termina, las vacaciones en las que estoy inmersa y tiro de algún trabajo que tengo guardado o que sé yo.

    Bien es cierto que años atrás participé en publicaciones y exposiciones con trabajos que ahora posiblemente no enviaría y no pasó nada, pero la evolución y el aprendizaje hacen que las personas como meras espectadoras o como artistas cambien sus criterios, esperando que esta evolución sea hacia mejor.

    Emilio Gil decía en una entrevista que lo importante en una obra, independientemente de que sea un trabajo de diseño gráfico o de cualquier otra disciplina artística, es la calidad.

    Todavía me considero una aprendiz, pero como sucede con la literatura, cuánto más lees antes te das cuenta de si merece la pena seguir leyendo o es mejor pasar a otra cosa, aunque eso no signifique que seas una gran crítica literaria. Con el arte pasa lo mismo.

    Y entonces, si se trata de calidad ¿Cuál es el baremo para determinar una mínima calidad en un collage? Difícil respuesta, pero creo que lo primero es que sea la artista quien le otorgue esa cualidad a su propia obra. Y en cuanto a esta disciplina artística no es preciso utilizar papel de oro para dotar de calidad a un collage, sino que puede venir dada por la composición, por lo qué y cómo transmite, por las texturas, la superposición de capas...

    En definitiva, las decisiones tomadas no siempre serán las más acertadas, o sí, pero creo que dar a tus obras la calidad y el valor que se merecen, al igual que tener la capacidad de descartar las que no cumplen unos requisitos (subjetivos tal vez) mínimos, forma parte del engrandecimiento de esta disciplina como tal en su colectividad.